Una de Navidades blancas y Lego: nieve

Ha llegado el invierno a Bratislava, que aquí son muy proactivos y no se esperan al 21 de diciembre.

Los que me seguís por Facebook, Instagram o Twitter habréis visto alguna de las fotos que subí de la nevada de esta semana. Un poco más abajo os dejaré un carrusel para que os hagáis una idea de cómo es el principio del invierno por aquí. Y, si a finales de invierno no escribo, podéis suponer que es debido a que estaremos sepultados bajo una tonelada de nieve (yo ya he hecho acopio de varias cajas de cápsulas Dolce Gusto —y un par de fuets—, por si acaso).

Un domingo en el zoo: imagen principal


El domingo pasado (el día 15, no ayer, ya que el ayer forma parte de la tanda de días con clima apocalíptico —niebla intensa y lluvias, sin exagerar— que estamos teniendo últimamente y no apetece mucho salir... a no ser que quieras estrenar paraguas) fuimos al Zoo de Bratislava.

En un principio habíamos pensado ir al Zoo de Viena, que tiene fama de espectacular y grande, además de ser el más antiguo del mundo —aunque reconozco que yo quería ir para ver a los dos pandas gemelos—. Pero como sabíamos que el de Bratislava era más pequeño, decidimos invertir el orden de las  visitas.

Una de ferias medievales, caballeros y pancakes: imagen principal


Hoy es mi cumpleaños, y para celebrar estos últimos ventitantos (me acojo a la enmienda —si es que eso existe en España (o Eslovaquia)— que defienda que no tienes por qué celebrarlos todos de golpe), os traigo fotos variadas de las dos ferias medievales que hemos visitado en estos meses.

Aquí —ojo, que me pongo lírica—, cuando el hielo se funde y despuntan los primeros rayos de sol, brotan como setas las ferias temáticas, los ciclistas y los zapatos horteras. Y alguna que otra moto, pero son casos muy puntuales.

Y como Xavi se ha comprado una bici, yo me voy a dedicar a los caballeros de brillante armadura. Lo de los zapatos con pompones se lo dejamos a los eslovacos.

El arte español: imagen principal


Para finales de la semana pasada teníamos un planazo estupendo: ir a uno de los numerosos lagos que se encuentran por la ciudad y alrededores a darnos un buen bañito (os enlazo aquí una foto reciente del lago que tenemos más cerca de casa; porque playa no tienen en Bratislava, pero con los lagos se espabilan bien).

Pero no contábamos con San Pedro (o San Kohynygnksnyyrks como se debe llamar por estos lares) que se había cansado de tanto bochorno y decidió darnos una buena ración de nubes y viento.

El arte español: tormenta
Más o menos con esto acaban los buenos planes

Cómo buscar una oficina de correos y acabar perdida: imagen principal

Y del por qué se me dan mal los quesitos azules del Trivial

Hace unas pocas semanas, por eso de hacer algo novedoso y que no consumiera muchas calorías, se me ocurrió abrir el buzón (yo, topeinocentedemí) para ver si por casualidad había algo nuevo —pensando en publicidad de alguna tienda de muebles o de pizzerías con  nombres exóticos ya que, aunque no me entere ni papa del texto, las fotos son majas—. Y mi sueño se cumplió: había un resguardo amarillo de Slovak Post —Correos, para que nos entendamos— informándome de que tenían "un algo" para mí en la oficina 37.




En respuesta a la pregunta del título: tú aquí has llegado navegando, probablemente porque ya nos conoces (familiar, amigo, (ex-)compañero de penurias y/o trabajo, víctima de Google despistada o un repartidor de Amazon nostálgico, que creo que me los conocía a todos...) y has recibido "algo de spamm" por Facebook o Twitter.

Nosotros —Xavi & Montse—, y si entendemos "Bratislava" por "aquí", en coche (junto con un par de ocupantes más). Pero el motivo de este viaje —y este blog— se remonta tiempo atrás...

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